La artesanía es una actividad de transformación de materias primas en bienes económicos, en forma manual y sin el empleo de medios mecánicos, produciendo cantidades reducidas a nivel de subsistencia. Es a la vez muy antigua y casera.

El papel que juega la artesanía en Huancayo es muy importante, motiva el turismo y el comercio. Cumple una función social, logra desarrollar el arte popular y se trasmite a través de las generaciones. Precisamente, por lo último, el Perú es un país con rica tradición artesanal conocida desde la época pre-inca. El Valle del Mantaro ha logrado mantener una fortuna artesanal, cuya fama ha traspasado nuestras fronteras.

Artesanía de Huancayo

Los objetos elaborados en esta zona trasmiten un mensaje profundamente humano. En ellos, el artesano, gráfica y representa sus costumbres, necesidades, inquietudes, penas, entre otros.

Los principales centros artesanales que merecen ser visitados para comprender la grandeza del espíritu creador de sus autores son:

  • Hualhuas - Tejidos de alfombras y pisos.
  • Cochas Grande, Cochas Chico - Burilado de mates.
  • San Jerónimo de Tunan - Platería y filigrana.
  • Acó, Huancán, Mito - Alfarería.
  • Chambará, Quichuay - Pedrería.
  • Jauja - Peletería.
  • San Pedro de Sano - Silletería.
  • San Agustín de Cajas - Sombrerería.
  • Huayucachi, Sapallanga, Sincos - Bordadura.
  • Molinos - Tallado en madera.
  • Julcán, Masma, Acolla - Zapatería

Estas y muchas otras artesanías se encuentran en exposición y venta en la Casa del Artesano, entre la Calle Real y Paseo de la Breña, en Huancayo. En las ferias del Valle del Mantaro también es posible admirar y adquirir estas expresiones del arte popular huanca.

Mates burilados

Los hombres al margen de sus economías, edades, niveles educativos o de procedencia, hacen cultura. La creatividad del artesano es digno de admiración.

Los mates fueron descubiertos hace muchos miles de años. Un día, una mujer peruana descubrió una extraña planta rastrera cuyos frutos eran semejante a las calabazas. La planta estaría con los frutos secos, amarillentos, los cogió, notaba que no pesaban, que estaban vacíos y que al moverlos sonaban agradablemente por las semillas sueltas en su interior. Quizás fue la primera sonaja para su niño que llevaba en la espalda. Al romperlo advertiría que podía usarlo para sacar agua de algún puquial o para en él servir los alimentos a los suyos. Posiblemente fue su primer recipiente. Pero, también, advertiría que su superficie externa podría decorarla con pintura o grabando con una cuchilla fina. De esta última forma nació el mate burilado.

Mate burilado

Con técnicas especiales y gran talento creativo, los materos plasman en sus trabajos vivencias que se convierten en crónicas de la época que les tocó vivir. Los mates sirven, como una pizarra al niño, para expresar sus experiencias más variadas. Con tanta facilidad dibujan y burilan escenas de sus comunidades; faenas, fiestas, vestidos, iglesias, caminos, ríos, animales, vegetaciones, paisajes cada vez en tamaños más pequeños. En un solo mate burilado se puede observar muchas estampas costumbristas, que impresionan a propios y extraños. Muchas gentes los exhiben, en sus casas, orgullosos de la cultura Huanca. Otros, los menos, no valoran estas artesanías, los ven con indiferencia. Sin embargo, los turistas extranjeros se los llevan a todo el mundo, como obras de arte típico e inconfundible del Perú milenario. En esas tierras lejanas el mate burilado es un símbolo del Perú.

Esos mates constituyen manifestaciones culturales más antiguas de nuestros pueblos. En Cochas Chico, Cochas Grande, Cullpa y Paccha, anexos del Distrito de El Tambo, muy cerca de Huancayo, se producen esas maravillas. Desde estos ambientes rurales los mates burilados van a exhibirse en los museos y escaparates de las principales ciudades del mundo.

Pintura colonial en San Jerónimo de Tunan

En el siglo XVII, el pueblo que más dio importancia a la pintura religiosa fue San Jerónimo de Tunan, debido al intenso adoctrinamiento de sus párrocos franciscanos. Las pinturas más antiguas del Valle del Mantaro se encuentran en el templo de este pueblo. Hay una pequeña tabla de 1 609 que nadie debe dejar de ver y admirar. Está en la parte central e inferior del bellísimo altar de “La Redención”. Mandó construir dicha obra, con imágenes traídas de España, don Jerónimo Limaylla. En esta tabla un pintor anónimo dejó los retratos de dos papas, de un obispo y de un cardenal. Uno de los papas es San Gregorio Magno y el otro San Dámaso. El obispo es San Ambrosio, y el cardenal es San Jerónimo. Los mantos rojos de los cuatro personajes resaltan en los retratos referidos.

En el templo de San Jerónimo de Tunan existen tres lienzos grandes que fueron pintados en la ciudad de Huamanga. Dos de ellos representan escenas de la vida del santo patrón del pueblo: “San Jerónimo Penitente” y “San Jerónimo Cardenal”. El primero pende en la pared del Altar Mayor, al lado del Evangelio, y el otro en la pared de la nave central. El tercer lienzo, reproduce la figura de “San Pedro Apóstol”. En los tres cuadros el rojo vivo de las vestimentas hace un contraste gratísimo sobre el paisaje verde oscuro del fondo.

Templo de San Jerónimo de Tunán

En la misma, hay ocho pinturas más sobre tablas de madera. Están cerca del pequeño pulpito. Son obras del siglo XVII y representan a Jesucristo y a la Virgen, casi en la misma posición. Son cuadros especiales, pero han perdido casi todo su valor debido al descuido y a las malas reparaciones. Están descoloridos y manchados.

No cabe la menor duda de que el templo de San Jerónimo de Tunán, por las tallas, esculturas y pinturas que posee del período virreinal, constituye un auténtico museo. Son varios los bellos y armoniosos altares del siglo XVII, como también las imágenes y pinturas del mismo siglo y del XVIII. En la reducida sacristía hay trece lienzos más.